KARINA PINASCO VELA RED “AMAZONÍA QUE LATE”, ¿Qué estamos esperando? ¿el milagro de la lluvia?.
Los incendios nos han desbordado como país, ha desnudado lo que la pandemia hizo en el sector salud, ahora sabemos que el Estado no está preparado para atender este tipo de desastres provocados por la ignorancia e indolencia de la gente; acrecentado por un Estado ausente, ineficiente y miope. Estado que está más preocupado en cumplir metas presupuestales en obras de cemento; apertura de carreteras que vulneran bosques; fomento de la minería, legal e ilegal, que atenta con nuestras cada vez más diezmadas cabeceras de cuenca y contamina los ríos; que solo piensa en implementar proyectos de inversión pública para reforestar con pino y eucalipto, especies exóticas y altamente inflamables; que mira al bosque como un motín a ser repartido por la mafia que está acaparando los poderes, intentando titular en zonas de vocación forestal; que espera lograr metas internacionales de conservación de biodiversidad desde sus escritorios; la lista es larga.
Los incendios nos están matando, hay 8 muertes humanas e incontables muertes de nuestra flora y fauna; como ejemplo, más de 1000 hectáreas del hogar del oso andino hechas cenizas, cenizas que están listas para encenderse y seguir ganando otros espacios. Aún no se ha hecho el balance de las pérdidas, pero estas semanas de fuego incesante y de indolencia de un Estado que prefiere declarar en duelo nacional por la muerte de un genocida, y no declarar en duelo y emergencia por las miles de vidas que se están perdiendo en nuestros bosques, en nuestros páramos y otros valiosos ecosistemas. Naturaleza que lo único que hace es proporcionarnos de servicios para nuestra supervivencia, servicios que pronto ya no tendremos, tales como agua, aire limpio, alimentos, medicina, temperatura regulada, etc. Así como vamos solo quedarán en el recuerdo. Se vienen grandes pérdidas económicas, pero principalmente ambientales y sociales; se vienen épocas de hambruna y de enfermedades respiratorias, mentales y las que podamos imaginar; se vienen épocas difíciles para las cuales debemos estar preparados ahora, no mañana ni el próximo año, ya no hay tiempo para más.
Yo creo en los milagros, claro que quiero que llueva y ayude a tantos héroes y heroínas invisibles de las comunidades locales y voluntarios que arriesgan su vida por salvar un poco de sus bosques, sus campos de cultivo, su propósito de vida que es cuidar la naturaleza que los alberga. Pero también soy una mujer de ciencia, y sé que las lluvias serán cada vez más insuficientes, que estamos quemando a nuestras bombas de generación de agua que son los bosques y los páramos, sé que las olas de calor serán más intensas y cualquier chispa encenderá velozmente todo lo que encuentra a su paso.
La crisis climática ha sido provocada por la especie más destructiva que jamás haya existido en el globo, la humana, pero insisto, todo está conectado, no somos seres aislados, estamos generando el peor de los círculos, lo que hacemos regresa a nosotros.
Por eso, el mayor milagro que espero, en medio de este frustrante desastre, es que cambiemos nuestra forma de concebir la vida de una vez por toda; que tomemos conciencia y dejemos de ser cortoplacistas e insistamos en nuestros nefastos hábitos de consumo e ineficientes modelos de producción. ¿Tenemos que atender hoy el fuego? Si, eso es urgente. Pero mañana, cuando lleguen las lluvias, nos sentemos, pensemos seriamente y actuemos en un nuevo tipo de desarrollo, porque el modelo actual solo nos está trayendo caos y terror. Yo se que no es tarea fácil, pero tampoco es imposible, tenemos una gran maestra que es la madre tierra y a valientes guardianas y guardianes de nuestra casa común, quiénes día a día nos enseñan con el ejemplo.
Hay que ser valientes, creativos, atrevidos si queremos que las cosas cambien y mejoren, ya no hay espacios para la tibieza; y si las autoridades no responden a la altura de las circunstancias pues salgamos a levantar nuestras voces y a exigir lo que por derecho es nuestro, el derecho de vivir en un ambiente sano. Que esta tristeza e impotencia que nos alberga a las y los que venimos conservando y defendiendo nuestro patrimonio natural y cultural, se transforme en nuestra mayor fortaleza para no rendirnos y contagiar de nuestro amor y convicción de que si son posibles los cambios a toda la población, no solo del Perú sino del mundo.
PD: Como Red Nacional de Conservación Voluntaria y Comunal “Amazonía Que Late” hace unos días iniciamos una campaña para la recolección de fondos en apoyo a 3 de nuestras redes regionales más afectadas, la Red AMA (Amazonas), Red Andes del Norte (Cajamarca y Piura) y Red San Martín. Agradecemos infinitamente a todas las personas que están colaborando con tanta generosidad. Estén tranquilos porque sus recursos están siendo bien utilizados para intentar apagar el fuego, en víveres, agua, equipos para apagar el fuego, combustible para las maquinarias, movilización de jóvenes voluntarios, entre otros; el dinero va directamente a las cuentas de las redes que están reportando de manera permanente y transparente. Pero aún es insuficiente, por lo que hacemos un llamado a la ciudadanía que sigamos poniendo nuestro granito de arena, la solidaridad es un alimento que nos impulsa a seguir en esta lucha. Infinitas gracias.Foto: Qué estamos esperando?