INVITAN A VIVIR LA AVENTURA DE ASCENDER AL MORRO DE CALZADA, En el Alto Mayo.
San Martín. Coronar la cima del perpetuo guardián del valle del Alto Mayo, en la región San Martín, es un recorrido turístico que todo peruano amante de la aventura y la naturaleza debe realizar.
“Lo logramos”. La sonrisa de dos jóvenes de menos de 20 años que miraban desde lo alto a otras personas un poco mayores, entre hombres y mujeres, así como a un grupo de periodistas que todavía no terminaban de escalar, era desbordante. Habían llegado a la cima del Morro de Calzada, uno de los atractivos más impresionantes de la provincia de Moyobamba, en la región San Martín, enclavado en el valle del Alto Mayo, que permite gozar y adentrarse en la selva de montaña.
Es un recorrido de kilómetro y medio en zigzag con un camino rocoso por partes, donde se han colocado cuerdas de nylon aseguradas con anclajes para ayudar a todos los que aceptan el reto de subir. Se inicia en el Centro de Interpretación y culmina en el mirador, que está la cima, donde se siente el limpio aire amazónico a unos 1,500 metros sobre el nivel del mar.
Tras un breve descanso en las bancas, cobijadas bajo la sombra de un amplio mirador construido especialmente para los turistas –al igual que los baños y un caño de agua no potable para refrescar el cuerpo, sobre todo la cabeza, las manos y los brazos–, queda ahora darle gusto a la vista en un ángulo natural de 360 grados y divisar las ciudades de Moyobamba y Rioja, los distritos de Cerro Calzada y Soritor, además del valle lleno de cultivos, de arroz en particular, enmarcados por las verdes montañas de nuestra Amazonía.
Coronar la cima Cerro de Calzada, perpetuo guardián del valle, deja de lado el cansancio de piernas y brazos, además de la sed, porque llegar hasta dicho lugar es ponerse en valor uno mismo –como dice uno de los guías turísticos–, al haber vencido el temor inicial de no lograr el objetivo, pues se ve la montaña bastante alta, pero al alcanzarla solo cabe el regocijo.
Los visitantes lo celebran con abrazos y gritos lanzados al viento; es un camino en el que han podido sentir, no obstante, los más de 35 grados de temperatura, el aire puro, los sonidos de las aves, de los insectos, de las ramas y hojas de los enormes árboles que se mecen al compás de los vientos, de los monos y colibríes que no se ven, pero que se dejan sentir, o el poderoso coro de las cigarras –o chicharras, como les dicen en la selva– que están en época de apareamiento.
El camino es extenuante por partes, con escalones muy empinados, ya sea de tierra o de roca, pero que ha sido acondicionado con cuerdas de nylon para escalar miradores, avistar aves, además de establecer zonas de descanso, vías adoquinadas y señalización turística.
El tema de la edad no es problema (este redactor con sobrepeso, con seis décadas encima, cámara fotográfica y celular en mano es fiel testigo de que la voluntad lo puede todo) porque despacio y con descanso se puede llegar a la cima y la maravillosa vista hace que este esfuerzo valga la pena. Hombres y mujeres de diversas edades, sin problemas del corazón, pueden subir, pero siempre acompañados de un guía para apoyarlos y orientarlos sobre cuál es la mejor manera de emprender el recorrido. La densa vegetación y belleza paisajística es inolvidable, con diversos ecosistemas que lo convierten un emblemático espacio natural que alberga gran diversidad de flora y fauna silvestre. (Fuente Andina)
Foto: Vive la aventura de ascender al Morro de Calzada