Lilia Camasca: El retrato de una valerosa guerrera. María Lilia Camasca Torres, la incansable luchadora social, siempre dispuesta a defender los intereses de Moyobamba.
Moyobamba. “Si no luchas, no consigues nada” es la frase icónica de doña María Lilia Camasca Torres, quien desde sus 18 años ha formado parte y liderado múltiples protestas en beneficio de la población moyobambina.
Su primera vez en una protesta fue a fines de los años cincuenta, en plena flor de su juventud, cuando se encontraba vendiendo aguajes en la plaza de Armas de Moyobamba, aquella vez se le acercaron dos mujeres, una de ellas, doña Ofelia Becerrina, a pedirle apoyo para impedir el traslado de las oficinas de la sede principal de Registros Públicos a la ciudad de Tarapoto.
Con total determinación y sin soltar su bandeja de aguajes, una joven y aguerrida Lilia corrió junto a las otras mujeres hacia el local de dicha entidad y, gracias a sus incesantes reclamos, la sede principal de Registros Públicos permanece aún hasta hoy en Moyobamba.
A partir de ese día, ella empezó a construir un historial de luchas, siempre en beneficio de su natal Moyobamba. “Va a haber paro, vienen a mi casa a buscarme”, manifiesta orgullosa.
Nuestra gran luchadora social forma parte del Frente de Desarrollo Integral de Moyobamba y el Alto Mayo (Fedeimam) desde hace varios años.
La vimos protestando con coraje, por los retrasos en la remodelación del Mercado Central de Moyobamba, del Hospital II-1 de Moyobamba en 2015, 2016 y 2017, también contra épocas prolongadas de cortes de agua en los últimos años o, la protesta más reciente, cuando intentaron trasladar mobiliarios de las oficinas de SUNAT a Tarapoto en octubre de 2022 y en muchas otras protestas.
Camasca Torres, no solo ha luchado en beneficio de la población moyobambina, también ha sido una luchadora de su propia historia, pues al lado de su fallecido esposo, logró construir el segundo piso de su casa y educar a sus seis hijos, de los que se siente muy orgullosa.
También es conocida por la venta al menudeo de carne de animales del monte. Ella se dedicó a este negocio desde su niñez. Sus proveedores eran pobladores indígenas que llegaban por las aguas del río Mayo en pequeñas canoas, encontrándose con Camasca en el puerto de Tahuischo.
Compraba, a la semana, 03 majaces, 02 venados, 02 sajinos y 02 carachupas a S/ 1.50 el kilo y vendía a S/3.00 el kilo. “En esos tiempos S/ 3.00 era plata”, nos cuenta sentada a la luz del sol, doña Lilia Camasca.
Cierto es que a los moyobambinos les sigue gustando el sabor de estas carnes, la variedad o el prestigio asociado a comer una carne exótica, aun cuando el comercio restringido la hace, hoy por hoy, más cara que otras carnes.
Actualmente, Lilia Camasca tiene 82 años y no puede ponerse en pie debido a que padece una terrible artrosis en la cadera y perdió dos dedos del pie izquierdo, luego de que una herida se gangrenara por falta de irrigación de sangre en esa zona.
A pesar del deterioro de su salud, ella siempre está dispuesta a seguir participando en las reuniones y actividades del Fedeimam. Su hija, Nancy, dijo que su madre ha estado perdiendo mucho peso, pese a que, asegura, come bien. “Mis hijos me traen mi comida, yo ya no cocino porque no puedo estar de pie” — dice Camasca señalando su pie envuelto en una gasa.
Podemos encontrarla, como cada tarde, sentada en su silla de ruedas afuera de su casa o en el mercado de Moyobamba, al lado de uno de sus hijos que está a cargo del negocio.
“Me aburro en mi casa y cuando voy al mercado, me regalan víveres, carnes y me hacen agarrar mi platita” — dice mientras se dibuja una gran sonrisa en su rostro — “y me dicen que soy una gran mujer luchadora de Moyobamba” —añade.
Lilia Camasca nos enseña, a través de su icónica frase “si no luchas, no consigues nada” que todo lo que merece la pena en esta vida, cuesta.
Todo lo que te pertenece cuando naces no tiene tanto valor como aquello por lo que te esfuerzas y luchas por conseguir, mejor todavía si luchas por un bien común, así como Lilia Camasca, que luchó durante muchos años por los intereses de Moyobamba.
Al despedirse, nos encomendó una misión para los jóvenes: “ahora les toca luchar a ustedes por Moyobamba y por su futuro”. (Astrit Lazón)