Comunidades nativas y fauna silvestre sufren por sequía y las altas temperaturas

Comunidades nativas y fauna silvestre sufren por sequía y las altas temperaturas. Amazonía:

Un grave problema afrontan las comunidades nativas y las especies de fauna que viven en la Amazonía debido a la sequía que ha impactado en un descenso en el nivel de los ríos y las altas temperaturas que se registran en es zona, alerta la ONG WWF.

Afirma que la situación podría empeorar debido a los fenómenos climáticos extremos que ya estamos enfrentando. El anormal calentamiento del océano Atlántico ha adelantado el inicio de la temporada seca, impactando algunos de los principales ríos de la Amazonia a un ritmo sin precedentes, multiplicando los incendios forestales y elevando las temperaturas por encima de lo habitual.

Con el inicio de un nuevo Fenómeno El Niño asomándose y que, de acuerdo a las previsiones, se intensificará a mediados de octubre, los efectos de esta sequía ya se están extendiendo hacia otros puntos del bioma amazónico, ocasionando graves estragos en los países que comparten esta región.

Poblaciones enteras de Brasil, y algunas en Perú, a las que solo se puede acceder a través de ríos, ya se encuentran aisladas y otras corren el riesgo de que esto suceda. En varias zonas, los ríos ya son intransitables, lo que imposibilita el transporte de alimentos y medicinas, además de poner en riesgo el suministro de agua.

Se estima que en la región ya son cerca de medio millón de personas afectadas y, solo en el estado brasileño de Amazonas, 55 de los 62 municipios han declarado el estado de emergencia.

«La combinación de cambio climático y deforestación desbordada contribuye al empeoramiento y la prolongación de la sequía, lo que, a su vez, conduce a un aumento de los incendios forestales, afectando el régimen de precipitaciones. Esto impacta directamente la vida de las poblaciones, pero también la economía y la seguridad hídrica de otras regiones, como todo lo que sucede en la Amazonia afecta a otros biomas”, señala Edegar de Oliveira, director de Conservación y Restauración de WWF Brasil.

A esta catastrófica situación se suma la muerte de al menos 130 delfines rosados y 23 grises registrada en las últimas semanas en el lago Tefé, donde las aguas alcanzaron los 40 grados, 10 por encima del promedio histórico. Los delfines de río son fundamentales para mantener el equilibrio ecológico y permiten evaluar el estado de salud de los ecosistemas, como los ríos y humedales que habitan.

«Formamos una gran coalición para ayudar a recolectar cadáveres, monitorear animales vivos en áreas críticas de baja profundidad y altas temperaturas, además de recolectar y enviar muestras biológicas y de agua para su análisis. Todo un esfuerzo para llegar a las causas fundamentales de este evento sin precedentes», detalla Mariana Paschoalini Frias, especialista en Conservación de WWF Brasil y Coordinadora de la Iniciativa de Delfines de Río de Suramérica (SARDI, por su sigla en inglés), que reúne a científicos de Brasil, Perú, Colombia, Venezuela, Guyana, Bolivia y Ecuador, para promover la conservación de los delfines de agua dulce y sus hábitats.

Miriam Marmontel, investigadora del Instituto Mamirauá para el Desarrollo Sostenible e integrante de SARDI, ha insistido en la urgencia de realizar más estudios sobre los impactos del cambio climático en la fauna, pues es evidente que va mucho más allá de la muerte de los delfines de río.

La cuenca amazónica, el mayor sistema de agua dulce del planeta, donde habitan varias especies de delfines de río únicas en el mundo, ya está experimentando más casos de individuos muertos, posiblemente también por estrés climático, en diferentes partes del bioma, como se ha reportado en Colombia y Bolivia.

Los expertos insisten en que hasta no tener los resultados exactos de los estudios científicos que se están llevando a cabo no es posible afirmar la causa exacta de la muerte de los delfines. También hay registros de mortalidad de peces, incluido el pirarucú, esencial para la alimentación y la economía de las poblaciones.

Fernando Trujillo, director científico de la Fundación Omacha, miembro SARDI y Coordinador del Plan de Manejo para la Conservación (CMP, por sus siglas en inglés) de Delfines de Río bajo la Comisión Ballenera Internacional (IWC, por sus siglas en inglés), plantea que “si bien la variación climática ha sido el disparador de esta crisis, nadie estaba preparado, lo que nos abre una ventana para insistir en la urgencia de proteger a las personas y la naturaleza. El delfín de río habita en las cuencas de varios de los ríos más grandes del planeta: Amazonas, Ayeyarwady, Ganges, Indo, Mahakam, Mekong, Orinoco y Yangtze. Alrededor de estas confluyen cerca de 1.000 millones de seres humanos. Un hábitat saludable para los delfines puede mejorar la calidad de vida de las personas, impulsar el ordenamiento pesquero, nuevos sitios Ramsar, turismo sostenible y comercio responsable, entre otras acciones”.

Es urgente tomar medidas inmediatas desde todos los sectores de la sociedad para frenar la crisis climática y evitar catástrofes mayores sobre los ecosistemas naturales y las ciudades. Esta situación es una advertencia y los delfines de río son un símbolo de la apremiante necesidad de conservar la Amazonía, ya que es un sitio clave de la dinámica climática planetaria con implicaciones sociales, ambientales y económicas en escalas continentales y globales.

Hoy, las nueve organizaciones que integran SARDI, la Iniciativa Global de Delfines de Río de Suramérica, suscribimos esta Carta de preocupación y alerta por las comunidades de la Amazonía, los ríos y sus delfines y hacemos un llamado urgente a todas las personas, pero en especial a los tomadores de decisiones, para que juntos detengamos todas las amenazas que tienen en jaque a la Amazonia y su gente. Este hecho sin precedentes es una muestra de lo que podría suceder si esta región, vital para el mundo, alcanza su punto de no retorno.

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